domingo, 24 de marzo de 2013

Círculos de Piedra, Círculos de Fuego.



Círculos de Piedra, Círculos de Fuego. Vida y Muerte de doña Urraca de Covarrubias.
Luis Alonso Tejada. Editorial SGEL. 327 páginas. Primera edición 2010.

Conocí la existencia de este libro a través de un artículo que se publicó en Historia 16, el verano pasado. Mi interés era doble. Por un lado mi madre nació en Covarrubias, y yo he veraneado allí muchos años, desde mi infancia. He oído hablar de doña Urraca y he pasado por delante de su torreón desde niño. Sin embargo, todo lo que allí se conoce, lo que la gente cuenta, es una leyenda sin mucho rigor. Por otro lado, soy aficionado a la historia, siempre he tenido curiosidad por la alta edad media, y me ha sido difícil encontrar una información no ya profunda, sino levemente desarrollada de la Castilla de esa época. Me gustó el artículo, y decidí comprarme el libro. Su lectura fue a la vez muy placentera y didáctica, y consiguió hacerme comprender muchas cosas de la época que ni la educación pública ni los diversos libros y revistas de historia que había leído me habían proporcionado.

Tiene un título sugerente, buena presentación, y contenido que demuestra una muy extensa documentación de buen historiador, que acude a las fuentes originales, y de buen divulgador, que explica no sólo el contexto histórico y los acontecimientos que se van sucediendo, sino también qué documentos nos hacen saber o suponer ciertas cosas, y qué le hace pensar al autor que cierto acontecimiento pudo suceder de una manera, y no de otra. Es un libro de historia y no una novela histórica. Esto ya indica mucho, ahora que la novela histórica se vende tan bien. Como amante de la historia no habría perdonado supuestos diálogos entre doña Urraca y su padre, o su sobrino. Tampoco tufillos heroicos o sentimentales.

El libro se estructura en una introducción que nos sitúa en el marco histórico del comienzo del relato (la Castilla de 912), un cuerpo central de 33 capítulos que desarrolla la historia del condado de Castilla durante el siglo X y primera mitad del XI, un epílogo sobre la memoria histórica actual de aquella época, y un anexo final en el que se adjuntan tres cuadros genealógicos, para que el lector no se pierda en la maraña de nombres y relaciones familiares de los distintos linajes de la primitiva Castilla. En el interior del libro se presenta un conjunto de cuatro hojas con planos históricos de la Castilla condal y del alfoz de Lara, y fotografías del Torreón de doña Urraca, de la iglesia de Quintanilla de las Viñas y del Panteón de la Colegiata de Covarrubias.

El Capítulo I se titula La Condesa Muniadonna en el balcón del Arlanza y, tras una cita del apocalipsis de San Juan, comienza así:
"En algún momento de finales del siglo IX, por iniciativa de Gonzalo Fernández, conde de Burgos al menos desde el año 899, el territorio de Lara se integró como alfoz en el condado de cstilla. Sobre un cerro llamado El Picón, en el extremo sur de Peñalara, en un hermoso enclave entre la sierra de Mamblas  y la del Mencilla (Demanda Occidental), levantó Gonzalo Fernández su castillo fortaleza, del que aún quedan vestigios visibles. A sus pies, la ciudad de Lara -conocida como Nova Augusta por los romanos- con su círculo de aldeas ejercía desde tiempos ancestrales -Edad del Hierro- una posición dominante sobre el espacio serrano y sobre el Arlanza medio y alto."

Vista de Picón de Lara desde Peñalara
Ruinas de la fortaleza de Picón de Lara
En el mismo capítulo, más adelante, nos presenta así a la esposa de Gonzalo Fernández:
"Muniadonna había llegado a Castilla procedente de la corte de Oviedo. Sus padres eran el infante Ramiro -hijo del rey Alfonso III el Magno- y Urraca, dama navarra avecinada en Asturias en el séquito de la reina, también pamplonesa. Varias escrituras, relacionadas tanto con Ramiro, régulo unos años en Asturias, como con su hija, nuestra Muniadonna, están suscritas por esta Urraca "regina".

En otra parte del mismo capítulo, tras el temprano fallecimiento de Gonzalo, se nos cuenta lo siguiente:
"En las inmediaciones de la capital del alfoz (...) también se divisaban las ruinas de un templo semiabandonado de factura visigótica. Se trataba de un monasterio, Santa María de Lara -hoy Quintanilla de las Viñas-, construido en los últimos años del reino de Toledo por algún poderoso magnate godo. La decoración esculpida en sus muros mostraba un escenario de fascinante simbolismo, con señales evidentes  de estar inconcluso y de haberse interrumpido la obra abruptamente, probablemente por la fatídica invasión árabe del 711.
(...)
Muniadonna tuvo el acierto de recuperar aquella joya rehabilitando el ya vetusto caserón y dotándolo de nueva funcionalidad. Reunió bajo su techo una comunidad monástica femenina, capaz de dar vida al antiguo santuario y de servir de acogida a las damas del linaje que permanecieran solteras o quedaran viudas. Consciente, además, del significado apocalíptico de la iconografía de sus relieves, dio al templo carácter de panteón condal y lo vinculó a perpetuidad al señorío de su familia sobre Lara."


Quintanilla de las Viñas desde Peñalara
Ermita de Quintanilla de las Viñas, primer panteón condal de Castilla
Friso de relieves visigodos de la ermita de Quintanilla de las Viñas.
Los círculos de piedra a los que se alude en el título
A lo largo del capítulo II el autor nos describe la estrategia de los castros o torres que protegían los vados y puentes del Arlanza. El que mejor se conserva es el llamado Torreón de doña Urraca, en Covarrubias, aunque muy transformado. Torre de vigilancia con puerta elevada, arco mozárabe, porte airoso y ligeramente piramidal. Tras la colocación de una gran techumbre en su cubierta, en una antigua restauración, más que una fortaleza defensiva semeja un enorme y alto caserón, con miradores.

Torreón de doña Urraca en un día de nieve, junto al río Arlanza
Más adelante, en el mismo capítulo, se nos habla de una sociedad estructurada en infanzones, caballeros, monjes y campesinos:
"Pronto se hizo evidente que a las grandes masas de ejército del califato sólo se les podía oponer la rapidez y movilidad de combatientes montados. Para conseguir una buena caballería ligera, el conde potenció la clase social de los infanzones, profesionales de la milicia que gozaban de un status jurídico provilegiado y del usufructo de tierras fiscales (públicas); debían acudir a la llamada siempre que eran requeridos. Paralelamente y con el mismo fin, promocionó al grupo de caballeros villanos, salidos del campesinado rural acomodado, como un escalón intermedio entre la nobleza infanzona y los simples hombres libres.
Como no hay caballero, ni infanzón sin caballo, el precio de estos animales se disparó desde un mínimo de cien sueldos de plata hasta los trescientos en algunos casos. (Una oveja valía un sueldo, y un buey, diez) En consecuencia, la cría y compra-venta de caballos se convirtió en el negocio del siglo."

El capítulo continúa contando la delicada situación política de aquella Castilla, "atrapada" entre leoneses y navarros. Finaliza diciendo cómo, tras la muerte de Fernán González, tras casi 40 años de mandato, nadie discutió el carácter hereditario del condado de Castilla y Álava, que pasó sin obstáculo a su hijo García Fernández.

El tercero nos habla de la impresionante atracción monástica de aquel momento, de los monasterios familiares y dúplices (cuya existencia yo desconocía por completo), del modelo eremítico en la sierra de la demanda castellana, y del desarrollo cenobítico en la cuenca del Arlanza:
"Precisamente la autonomía patrimonial y la exención de cargas fueron uno de los factores determinantes de la proliferación de monasterios. Al no existir una estructura eclesiástica "secular" -red de parroquias no monásticas-, las mismas aldeas y villas organizaban para su servicio pequeños cenobios cuya iglesia y hacienda eran propiedad colectiva, al menos inicialmente. Lo mismo hacían ciertos particulares, nobles o simplemente ricos, para beneficio de su familia."

Estos fragmentos son sólo unos pequeños aperitivos. Los 30 capítulos restantes no disminuyen de interés.

Como figura de fondo de todo el panorama histórico que irá desarrollando el libro, el autor se centra en doña Urraca García, primera titular del señorío-infantado de Covarrubias (creado para ella por su padre el conde García Fernández), abadesa de su monasterio dúplice, cabeza de familia tras la traición de su madre Ava y su hermano Sancho, señora de Lara, y regente del condado de Castilla durante los 10 años que duró la minoría de edad del infante García.

Caída en desgracia del nuevo conde de la dinastía navarra, Fernando I, fue asesinada en su torreón de Covarrubias a los 68 años. El autor nos desentraña los oscuros intereses señoriales y patrimoniales que motivaron su final.

Torreón de doña Urraca, de noche.



lunes, 11 de marzo de 2013

Planes Generales de Madrid. Directores de teatro y profesores de esgrima.




El pasado miércoles 27 de febrero asistí a la charla de Madrid Think Tank en el Colegio de Arquitectos de Madrid, Pasado, Presente y Futuro de Madrid desde el Planeamiento. Los ponentes eran los siguientes:

Eduardo Leira / Director PGOUM 1985 
Luis Rodríguez-Avial / Director PGOUM 1997 
José Luis Infanzón / Director Revisión del PGOUM, Horizonte 2015 
José Antonio Granero / Decano del COAM 
Carlos Lahoz / Arquitecto Urbanista, Director/Ideador MTT 
Bernardo Ynzenga / Arquitecto Urbanista 
Joaquín Mañoso / Arquitecto Urbanista


Transcribo aquí algunas notas que tomé. Creo que explican unos cuantos aspectos del pasado de esta ciudad, y plantean algunas claves de su futuro.

Eduardo Leira comienza la ponencia argumentando que en 1985 Madrid perdía población. El objetivo de aquel plan general era contener esa pérdida, y por ello se propuso rodear la ciudad con un anillo verde que acotaba las áreas urbanas. Se quería rematar la ciudad existente. Para ello, entre otras cosas, se apoyó el transporte público, algo que no mucha gente compartía entonces, y se idearon los intercambiadores, cuya terminología hizo fortuna.


En aquel momento la única demanda de vivienda que había en Madrid era la de aquellos ciudadanos que ya tenían una y querían otra mejor, debido al aumento de su poder adquisitivo. En 1975 los hogares españoles se mudaban de vivienda 1,1 veces a lo largo de su vida. En los Estados Unidos esta cifra llegaba a 7 veces. Parece ser que aquí no se previó un cambio en ese sentido. Además, entonces la vivienda usada no era un bien hipotecable en España. A finales de los 80 sí que lo sería. Esto haría cambiar muchas cosas.


Sucedió que a finales de los 80 hubo un fuerte crecimiento económico, y no había suelo para edificar. Entonces se criticó mucho que este plan no hubiera sacado suelo urbanizable. Leira contrapone esto al excesivo suelo urbanizable que sacó el plan del 97. Según él estuvo bien que su plan no sacara nada de suelo y muy mal que el del 97 sacara tanto. La consecuencia directa de esto último habría sido, en última instancia, la crisis que aún soportamos.


Después Leira realiza algunas propuestas para el nuevo plan, cuyo avance se está redactando actualmente. Estas son algunas: Rematar la ciudad del 85. Crear unas áreas de oportunidad en la ciudad, que sean más dinámicas. La operación campamento le parece algo descabellado (la mejor manera de desarrollar esa área sería protegiéndola de la A5). Rehabilitar y mejorar lo existente. Remodelar la periferia de los "Sanchinarros". Crear lugares de actividad en las estaciones del metro. Dar más incentivos e imponer menos prohibiciones. Favorecer las actividades 24/7, ya que hay mucha demanda. Reducir el número de edificios vacíos, y transformarlos en edificios de apartamentos. Peatonalizar la Gran Vía. Remodelar las líneas de la EMT, de manera que haya unas líneas secundarias que abastezcan otras principales, con nuevos intercambiadores, más amables.


El siguiente ponente es Luis Rodríguez-Avial. Dice que en el Plan del 97 se propusieron llevar al límite la edificabilidad del municipio. Por eso se sacó todo el suelo urbanizable que no se había sacado en el 85. Mucho suelo para edificar, puesto que había mucha demanda. También se propusieron operaciones estructurales con criterio de centralidad, es decir, de manera que no se volvieran a crear más barrios dormitorio dependientes de los servicios del centro. Se continuó la tarea de protección del patrimonio iniciada en el 85, pero individualizándola. Para ello se catalogaron todos los elementos susceptibles de ser protegidos. Se trataron de incorporar los criterios de medio ambiente y sostenibilidad.


Como aciertos de su plan, Rodríguez-Avial cita las instalaciones deportivas de alto nivel para los Juegos Olímpicos, la recuperación del casco antiguo, y la protección del área cultural Recoletos-Prado. Como errores, el primero, e involuntario, confiesa, el exceso de documentación y legislaciones. El resultado final fueron 4.500 planos y 35.000 hojas DIN A4. Además, esta documentación está siendo sometida a una revisión constante, como se puede ver en la última edición del compendio de las normas urbanísticas. En algunas páginas de éstas las notas a pie de página ocupan casi toda la página. Otro error que confiesa es el criterio de que los miradores no consuman edificabilidad, que ha generalizado su uso, con unos resultados estéticos bastante dudosos. Otro, la poca efectividad de la liberalización de los patios de manzana, los conocidos como patios azules.


Rodríguez-Avial hace algunos comentarios más. Dice que el planeamiento es hijo de las circunstancias políticas, legislativas y económicas del momento en que se redactan. Dice que en el 97 se acababa de pasar una crisis y que había optimismo de cara al futuro, por eso fue más desarrollista y liberal que el del 85. Sin embargo, ninguno de los dos fue efectivo contra la especulación del suelo. Lamenta la carencia de un plan regional de estrategia territorial en el momento de redactarse el plan, que hubiera dado unas directrices básicas a seguir.


Finalmente propone, para el plan de 2015, la mejora de lo existente. El planeamiento debería ser más abierto y flexible.

José Luis Infanzón está de acuerdo en que cada plan es producto de su tiempo. Las limitaciones que él encuentra en la redacción de su plan son las siguientes: La legislación, con origen en el año 56, es de carácter desarrollista (no es lo más operativo para la regeneración de la ciudad existente). La ausencia de planeamiento territorial, con directrices, por ejemplo de movilidad (tampoco debería excederse en sus competencias). Los planes generales son instrumentos poco flexibles (deberían serlo más, pero una norma tampoco puede ser un instrumento flexible). Lo fundamental es regular los usos del suelo y su intensidad.



En los próximos meses se presentará el avance del plan, donde se determinarán sólo elementos estructurales.

En un preavance de este próximo plan se realizó un diagnóstico, que consistió en un análisis del plan del 97, un diagnóstico de la ciudad existente, y unas propuestas estratégicas de la ciudad, en las que se proponen oportunidades económicas, una ciudad sostenible, y cohesionada social y territorialmente.



Se propone una mezcla de usos en la ciudad, con la idea de flexibilidad de usos, en función del impacto de la actividad, no de la actividad en sí. Unos indicadores dinámicos, que serán un sistema de indicadores de vulnerabilidad, en las zonas de crecimiento de los años 50, 60 y 70, las más desfavorecidas, que cubren un total de 146 ámbitos, 80.000 habitantes. Se buscará en ellas un equilibrio entre actividad y residencia, y una búsqueda de centralidad potencial.

También se proponen unos corredores urbanos, que formen conexiones entre espacios libres. Un posible plan director de bulevares, con presencia de arbolado y movilidad sostenible.



En la cuestión del Patrimonio, considera que ha habido un movimiento pendular. Es muy importante cambiar de visión. Ahora se pretende valorar todo de acuerdo a su valor dentro de la ciudad. En lugar de varios catálogos se hará uno único, de edificios y estructuras urbanas. Se completará con arquitectura contemporánea. La mejor manera de conservar estos edificios y estructuras es que se integren en la ciudad. La pregunta será ¿cuáles son los valores a proteger? Por ello se va a revisar todo el catálogo.



Como nota que puede dar una idea de la evolución en la redacción de los planes, Infanzón comenta que el plan del 85 se redactó en papel, el del 97 prácticamente en Autocad, y el del 2015 se está redactando con sistema GIS de cartografía.

Ahora pasamos a los comentarios y preguntas.


Bernardo Ynzenga dice que los planes generales tienen fechas de caducidad muy tempranas, para el trabajo tan ingente que suponen. Tienen contenidos excesivos y fecha de caducidad rápida. Creo que todos estamos de acuerdo.


Se comenta que un plan general debería ir a lo esencial.


Rodriguez-Avial vuelve a comentar la importancia de un plan director territorial, de nivel regional, algo con lo que Leira no está muy de acuerdo. Con un instrumento así un político no puede improvisar, como suele suceder lamentablemente, y debería ceñirse a unas directrices que se conocen. Por eso a los políticos no les gustan estos planes. Un ejemplo actual: la improvisación de Eurovegas.


Ante las críticas recibidas por la cantidad de suelo urbanizable de su plan, Rodríguez-Avial argumenta que la demanda de suelo era muy grande, y que el problema real es que la legislación obliga a urbanizar y edificar en plazos de 4 años. Admite, sin embargo, que no estuvieron finos en el tamaño de aquellos PAU. La existencia de un plan director territorial entonces probablemente le habría servido para tomar otros criterios. En cuanto a su resultado estético, no fue el responsable de la redacción de los planes parciales que los desarrollaron.


Infanzón habla de la diferencia entre un director de teatro y un profesor de esgrima, y compara ambas actitudes con la de un plan general, que se debería parecer más a la figura de un profesor de esgrima, menos controlador de todas las situaciones, más flexible y capaz de adaptarse a las circunstancias.

Se habla de la legislación. Realmente no se sabe cuál es el contenido que deberían tener los planes generales.


Ante la pregunta de cómo se debe elegir al director de un plan general, Leira comenta que tiene que ser una persona de confianza del político. Rodriguez-Avial no lo sabe, pues a él lo eligió Álvarez del Manzano sin siquiera haberlo conocido antes. Le hizo mucha ilusión, y recuerda que entonces invitó a comer a Leira para que le contara su experiencia y sus criterios. Infanzón comenta que este plan no se ha externalizado, pues lo están desarrollando desde el ayuntamiento. Comenta que su responsable político les iba haciendo preguntas, de vez en cuando, que ellos tenían que responder en un plazo determinado. Así acabaron eligiéndolo finalmente a él. Parece ser que la respuesta a una de las preguntas, que fue la que le dijeron que terminó por hacerle ser elegido como director, fue que consideraba que el planeamiento tenía que ser más flexible y su gestión más sofisticada.


Cuando salgo de la charla voy pensando que los planes generales son enormes paquidermos a los que les cuesta moverse y adaptarse, que tienen enormes consecuencias en la vida cotidiana de todos. La responsabilidad es inmensa.