lunes, 3 de junio de 2013

Armaduras de lazo. Estructura, Geometría, Estrellas de muchas puntas y Lazos que se entrecruzan indefinidamente


Siempre me ha atraído el arte y la arquitectura de culturas desaparecidas o que no tuvieron continuidad histórica. Suelen tener el aroma de algo que quedó perdido en el tiempo, como los recuerdos del nexus 6 Roy en Blade Runner. En España tenemos algo de esto, original de este país, que me interesa especialmente. Hablo en concreto del arte visigodo, del prerrománico asturiano, del hispano-musulmán y del mudéjar. El más sorprendente, el más original, el más mestizo y el más exportado de éstos es el mudéjar, que se puede definir como un mestizaje español de corrientes artísticas cristianas (románicas, góticas y renacentistas) y musulmanas.

Armadura de la Iglesia del Convento de San Antonio el Real, Segovia.

En esta entrada voy a hablar de uno de los elementos más característicos del arte mudéjar: las armaduras de lazo, esas techumbres de madera que forman geometrías con estrellas y lazos que se cruzan. Para quienes no lo sepan, les diré que estas techumbres no son meramente ornamentales, sino que tienen función estructural, que sólo se encuentran en la Península Ibérica y en Iberoamérica, que el conocimiento del oficio se perdió en el siglo XVII debido al gusto renacentista que venía de Italia, y que ha sido necesario que pasaran casi cuatro siglos para que un arquitecto español descifrara un manuscrito de aquella época, descubierto por casualidad a principios del siglo XX e incapaz de ser comprendido completamente hasta que lo hizo él, a primeros de los años 80, y que de esta manera se ha podido recuperar el oficio y realizar la rehabilitación de cientos de armaduras de lazo que aún cubren muchos edificios antiguos. Ese arquitecto se llama Enrique Nuere Matauco, y la historia del manuscrito y de su descifrado es propia de una erudita trama novelesca.

Misma Armadura anterior. Detalle.

Conocí a este maestro hace más de 3 años. Tuve la suerte de coincidir con él en la asistencia técnica de una obra para rehabilitar una antigua corrala de Madrid. Cuando me dijeron en la oficina que íbamos a trabajar con él, y que asistiría en la obra como experto en madera, ni siquiera me sonaba su nombre. Luego mi jefe me dijo que salía en Google. Me lo enseñó. El buscador hacía referencia al ingreso del maestro Nuere en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, y a su lectura de un discurso titulado Dibujo, geometría y carpinteros en la arquitectura.

No tuve mucho tiempo para charlar con él durante la obra, aunque sí de aprender mucho de sus criterios y enseñanzas sobre la madera estructural. Un día salimos los dos de la obra al mismo tiempo, y nos fuimos en metro. Le comenté que había leído en internet que tenía un par de libros publicados. Me habló de ellos lo poco que duró nuestro trayecto juntos, y me pareció interesante lo que me contó. A la semana siguiente me hice con uno de ellos y comencé a leerlo. Era éste:

Nuevo Tratado de la Carpintería de lo Blanco.
Enrique Nuere Matauco. Editorial Munilla-Lería. 309 páginas. Primera edición 2001.
Se llamaba carpintería de lo blanco a toda la relacionada con la construcción de edificios, desde el simple mobiliario a las más complejas armaduras de lacería. El libro se estructura en un prólogo introductorio que habla del manuscrito, de cómo llegó a las manos del autor y de cómo pudo descifrarlo, sigue con una historia inventada que narra las peripecias de un aprendiz de carpintero, álter ego del autor, en el siglo XVII, a modo de novela histórica didáctica, y después introduce un facsímil del manuscrito y una transcripción del mismo, con comentarios y dibujos. El libro acaba con la historia del aprendiz, que finalmente se hace maestro. Entre los capítulos de la historia inventada, Nuere introduce numerosos comentarios y dibujos, que ayudan a comprender muchos aspectos de este oficio y de algunas de sus obras más emblemáticas.

Armadura de la Sinagoga del Tránsito, Toledo.

La historia del manuscrito, que se cuenta en el prólogo, es la siguiente:

Diego López de Arenas fue un carpintero de lo blanco sevillano que escribió, a principios del siglo XVII, un manuscrito destinado a la formación de aprendices carpinteros para tratar de que no se perdiera el oficio, pues ya presagiaba su posible desaparición. Este manuscrito se titulaba "Primera y segunda parte de las reglas de la carpintería hecho por Diego López de Arenas en este año de 1619", y nunca fue publicado. Sí que llegó a publicar, sin embargo, otro segundo manuscrito, titulado "Compendio de la Carpinería de lo blanco y Tratado de alarifes", en Sevilla, en 1633. Este segundo recogía la información de los papeles que todos los carpinteros tenían en los talleres para que sirvieran de guía a los oficiales, pero que nadie había reunido aún en un compendio para que fuera difundido. Llegó a publicarse cuatro veces hasta el siglo XX, pero aún así no pudo evitar que el conocimiento del oficio se perdiera, entre otras causas por las escasas dotes didácticas del autor.

Diego López de Arenas, tal y como aparece retratado
en la edición impresa de su segundo manuscrito

Hubo también un arquitecto español, llamado fray Andrés de San Miguel, natural de Medina Sidonia, que escribió otro importante manuscrito en Nuevo México (entonces virreinato de la Nueva España), por la misma época, con el título general de "Tratados de Arquitectura", que además de la carpintería incluía otras varias disciplinas. Al parecer se conserva en Austin, está ilustrado con bellos dibujos, y tampoco fue capaz de conseguir que no se perdiera el oficio, no sé si por el mismo motivo que el de López de Arenas, por su escasa difusión o por otra razón.

Mucho tiempo después, no sé si a finales del XIX o principios del XX, un vecino de Granada fue a comprar a una tocinería, y le envolvieron los embutidos en unos papeles manuscritos. Esta persona conocía el interés del arqueólogo e historiador granadino Manuel Gómez-Moreno Martínez por los documentos antiguos, y se los enseñó. Gracias a eso Gómez-Moreno pudo recuperar el documento casi completo. Era el primer manuscrito de Diego López de Arenas, del que nadie conocía su existencia.

Armadura del presbiterio de la Iglesia de Santiago, Baza.

Gómez-Moreno era catedrático de arqueología árabe en la Universidad Central, y estudió durante muchos años el manuscrito en compañía de Antonio Prieto y Vives, con quien se encerraba en el cuarto de trabajo de su casa madrileña todos los domingos por la tarde. Gómez-Moreno trataba de encontrar en el documento los secretos del oficio, el modo por el que el carpintero era capaz de realizar las complejas armaduras de lazo, pero necesitaba un buen matemático que a la vez se interesase por el tema. Prieto, además de ingeniero de caminos, era un consumado matemático. Era sobrino de Antonio Vives, arabista y compañero de Gómez-Moreno en la Universidad como catedrático de numismática, lo que explica las aficiones del sobrino, que llegó a ser miembro de la Real Academia de Historia por sus estudios sobre numismática e historia musulmanas. Así se inició una relación que se mantuvo hasta la muerte de Prieto, poco después de la guerra civil.

A pesar de todo el tiempo que le dedicaron, el manuscrito permaneció incomprendido. El exacto conocimiento matemático de Prieto le hizo poner en duda su valor, al contener construcciones geométricas cuya inexactitud las invalidaría. Gómez-Moreno creía que tales errores podían no tener importancia para la práctica del oficio y seguía pensando que el manuscrito podía ser válido, por lo que terminaron riñendo, interrumpieron su trabajo, y suspendieron sus reuniones. El trabajo de Gomez-Moreno quedó abandonado durante mucho tiempo, y sólo poco antes de su muerte, en 1970, se decidió a publicarlo.

Armadura del Salón de Comares. La Alhambra. Granada.

Unos años más tarde Natividad, hija de Manuel Gómez-Moreno, regala a Enrique Nuere el trabajo publicado por su padre, "Breve compendio de la carpinería de lo blanco, hecho por Diego López de Arenas en el año de 1619", que incluía el facsímil del primer manuscrito. Más tarde, a principios de los 80, Nuere recibe un encargo profesional por el que se ve en la necesidad de aprender algo sobre la carpintería de lo blanco. Lee  el manuscrito y no entiende absolutamente nada. Luego lee las obras de Gómez-Moreno y de Prieto y ve la luz. La del primero le aporta una transcripción del manuscrito que facilita su lectura, y un amplio glosario de términos. La del segundo, que había publicado una obra sobre la carpintería hispano musulmana en el que describía estos trabajos, tenía la precisión suficiente como para poder entender de qué hablaba el manuscrito. Ambos trabajos fueron fundamentales para Nuere. Ya sólo quedaba resolver el final del enigma de las inexactitudes matemáticas.

Las armaduras de lazo se realizaban construyendo primero unos cartabones de madera que servían de base para la formación de las complicadas geometrías. El manuscrito da instrucciones para la construcción de todos los cartabones necesarios, pero dos de ellas, las del cartabon de 5 y el de 4,5, desarrollan cartabones con ángulos inexactos para el fin al que estaban destinados. Nuere decidió probar a construir uno él mismo y, después de hacerlo, probó qué pasaba con el resultado, y comprendíó el porqué de esa inexactitud y la escasa relevancia que realmente tenía para la práctica de un oficial de la carpintería de lo blanco.

¿Cómo lo hizo? ¿Cómo se construyen estas endiabladas geometrías? Lo siento, pero os tenéis que leer el libro.

Armadura del Mexuar. La Alhambra. Granada.

A partir de ese momento Nuere prescinde de los pasos de sus predecesores, Gómez-Moreno y Prieto. Vuelve al manuscrito original y descubre pasajes omitidos por Gómez-Moreno en su trascripción, por no haberle parecido relevantes, pero que le resultan claves para el correcto entendimiento del texto. También desecha el farragoso estudio geométrico de Prieto, que llegaba a plantearse el uso de unos cartabones cuyo manejo habría requerido en los carpinteros una capacidad matemática y trigonométrica difícil de imaginar.

El resultado de aquella investigación fue su obra "La carpinería de lo blanco, lectura dibujada del primer manuscrito de Diego López de Arenas". Después de aquello, Nuere afrontó un amplio estudio de las armaduras como aprendiz, hasta que ejecutó la prueba más exigente que se pedía en los exámenes de geométrico, el más alto nivel del carpintero de lo blanco: realizar una media naranja de grado lefe, como la del Salón de Embajadores de los Reales Alcázares de Sevilla. Bueno, no hizo la media naranja entera, sino uno de sus gajos, porque el resto son iguales, hasta completar la cúpula. De esta manera Enrique Nuere Matauco se convirtió en el primer maestro moderno de la carpintería de lo blanco, casi cuatro siglos después del último conocido. Diego López de Arenas podía descansar tranquilo en su tumba.

Armadura de media naranja del Salón de Embajadores de los Reales Alcázares de Sevilla.

En 1981 Enrique Nuere recibió el Premio Nacional de Artesanía Marqués de Lozoya por su investigación en el manuscrito. Acto seguido recibió el encargo de restaurar un conjunto de artesonados en los museos de la Alhambra. La constructora que ganó el concurso de esa obra fue la del ingeniero José Luis Aranzadi. De aquella colaboración surgió la empresa Taujel en 1984. En su página web podéis ver muchos de los trabajos de restauración y rehabilitación de estructuras de madera que ha realizado durante este tiempo.


Armadura de la Sala Capitular, Convento de San Antonio el Real, Segovia.

A las pocas semanas de empezar a leer su libro mi empresa me requirió para reforzar otra línea de negocio donde yo formaba parte importante. Tuve que dejar de asistir a aquella obra y un compañero me sustituyó. Llevé el libro allí las dos últimas semanas para pedir al maestro Nuere que me lo firmara, cada vez más interesado en ello a medida que avanzaba en su lectura, pero no volví a coincidir con él.

Unos meses después me lo encontré en un ciclo de ponencias sobre madera en el Instituto Torroja. Una de ellas la impartía él, y fue un placer escucharle, pero estaba siempre rodeado de personalidades, y no me atreví a saludarlo.

La última vez que lo escuché fue en esta charla que impartíó, titulada Intervención en Armaduras de Lazo, un Patrimonio Arquitectónico Desconocido, y compartida por los Seminarios del Instituto Torroja. En ella el maestro Nuere dice, entre otras cosas, que tras haber investigado durante mucho tiempo la tradición carpintera en Europa y en el mundo islámico, puede afirmar que la tradición de las armaduras de lazo no tiene raíz islámica, como todos pensábamos, sino visigoda, aunque adaptada el gusto islámico. Sorprendente, pero con argumentos irrebatibles, como podréis comprobar en esa charla. La arquitectura islámica no tiene esta tradición carpintera medieval en ningún lugar que no tenga influencia hispana. Sin embargo, sí que hay ejemplos en los que se puede intuir esta tradición común en otros países europeos que también fueron invadidos por otros pueblos germánicos.

Hospital de la Santa Cruz, Toledo.

Pasó el tiempo y, hace ya varios meses, me registré en la red profesional Linkedin. Al poco encontré allí el perfil del maestro Nuere, y le envié una invitación para poder tenerlo como contacto. No recibí respuesta, y pensé que quizá ya no se acordaría de mi. Sin embargo, hace un par de semanas me aceptó la invitación. Me alegré mucho, y pensé que ya tenía un buen final para esta entrada.


4 comentarios:

  1. Feliz año 2016 Pedro, buscando en Internet otra historia me llamó la atención un título que relacionaba las puertas de tannhauser y la carpintería de lazo, y no pude evitar entrar a curiosearlo, y he descubierto con sorpresa lo que dio de si un simple recorrido en nuestro madrileño metro...
    No puedo dejar de agradecer tu artículo y por supuesto que en caso de volvamos a coincidir estaré encantado de volver a saludarte y recordar los avatares de aquella complicada obra que padecimos juntos, o tal vez disfrutamos...
    No te extrañe mi tardanza en contestar a invitaciones de foros de internet, pues apenas suelo entrar en ellos, entre otras cosas por olvidar las claves de acceso con demasiada frecuencia.
    Un fuerte abrazo y de nuevo, feliz año.
    Enrique Nuere

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    1. Feliz Año Nuevo, Enrique, muchas gracias a ti por tu comentario, estoy encantado de que hayas leído la entrada y de que me felicites el año por aquí.
      La verdad es que hacía tiempo que tenía pensado escribir otra entrada, a modo de continuación y final de ésta, sobre los encuentros posteriores que tuve contigo, en aquella fiesta en el Colegio en la que te vi y te abordé, y en la que tuvimos una charla muy agradable, la sorpresa de enterarme de que estábamos trabajando, casualmente, casi pared con pared, la invitación tan amable a tu estudio, la firma tuya con dedicatoria que finalmente conseguí en ese libro, y el otro par de ocasiones en que coincidimos en esa calle, y en las que me hablaste de algunos proyectos en los que estabas trabajando. Con tu comentario aquí, ya sí que tengo que escribirla, cuando encuentre un hueco. Quedará estupenda.
      Ya sabía que no estabas muy activo en las redes sociales, tú mismo me comentaste en tu estudio que cada día te llegaban unos 80 o 90 emails, y que no podías leerlos, y me parece normal para alguien de tu edad que sigue activo profesionalmente. Por eso no insistí mucho en comentarte esta entrada.
      Lamentablemente mi empresa cambió de oficina, y ahora trabajo cerca de la Plaza de Castilla, por lo que me temo que va a ser difícil que volvamos a coincidir.
      Pero sí que quiero hacerte llegar desde aquí mi agradecimiento más especial por dos cosas. Una es que hicieras despertar tanta curiosidad en mí por las armaduras de lazo, que ya conocía y que me admiraban, pero de las que ni sabía el nombre ni comprendía, y también por la madera estructural en general, de la que desconocía tantas cosas. La otra es la educación, sencillez y amabilidad con la que te has comportado en todas las ocasiones en las que te he visto, conmigo y con todos, que me parece algo muy poco frecuente en una persona de tu nivel.
      Ha sido una experiencia muy enriquecedora, y un verdadero placer, haberte conocido.
      Un fuerte abrazo. Mis mejores deseos para ti y los tuyos.
      Pedro Alonso.

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  2. Muy buena síntesis de la grandeza del maestro Enrique Nuere, en todos sus apectos.
    Es importante difundir sus enseñanzas, porque subsiste una corriente de Historia del Arte que ignora todas estas pruebas y quiere seguir asignando la técnica de esta carpintería a la tradición musulmana.

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  3. Gracias por tu comentario. Me gusta sumar admiradores del gran Enrique Nuere en esta página

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