lunes, 22 de junio de 2015

De Flandes a Extremadura. El Retiro Español de un Emperador Germánico.


El 25 de Octubre de 1.555, pocos meses después de la muerte de su madre Juana, encerrada y sola en Tordesillas, Carlos V, Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, abdicó en una grandiosa ceremonia celebrada en la Gran Sala del Palacio Coudenberg de Bruselas. En el discurso que pronunció ese día en francés, apoyado en Guillermo de Orange, precisamente el noble flamenco que encabezaría años después una rebelión permanente en Flandes contra su hijo Felipe II, hizo un resumen de su vida en el que destacó que había viajado nueve veces a Alemania, seis a España, siete a Italia, diez a Flandes y dos a África, y que había navegado cuatro veces por el Atlántico y ocho por el Mediterráneo. 

No contó, en esa ceremonia, que aún haría un viaje más, su último viaje.


Habitaciones de Carlos V en el Monasterio de San Jerónimo de Yuste, en la ladera sur de la Sierra de Gredos, en Extremadura.
¿Por qué un hombre tan poderoso y cosmopolita eligió este lugar tan retirado, donde nunca había estado, para su retiro?


Carlos de Habsburgo había nacido en Gante, Flandes, en 1.500, como heredero del archiducado de Austria, los ducados de Estiria, Carniola y Carintia y el condado de Tirol (más o menos las actuales Austria y parte de Eslovenia) por parte de su abuelo paterno Maximiliano I de Habsburgo, y de los ducados de Borgoña, Brabante, Limburgo y Luxemburgo, y los condados de Flandes, Henao, Holanda y Zelanda (más o menos las actuales Borgoña, Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo) por parte de su abuela paterna, María de Borgoña, la única hija de Carlos el Temerario, el duque que había llevado a su apogeo a la Casa de Borgoña, y por el que le pusieron su nombre. 


Aún faltan los territorios castellanos en las Antillas


Por parte de su ascendencia materna no se esperaba que heredase soberanía sobre ningún territorio, pero una sucesión de muertes de los que le precedían en la sucesión, primero la del único hijo varón de los reyes Católicos, el príncipe don Juan, luego la de la hija mayor de éstos, la princesa Isabel, y después la del hijo de ésta, Miguel, que ya había sido jurado heredero en 1.501, convirtieron a su madre Juana en heredera de las coronas de Castilla y de Aragón, con sus respectivos territorios en América y en Italia. 


Place Royale de Bruselas, explanada en el lugar donde se levantaba el antiguo Palacio de Coudenberg, desaparecido tras un incendio en 1.731.
La preside una estatua ecuestre del XIX que representa a Godofredo de Bouillon, duque de la Baja Lorena (Países Bajos), uno de los líderes de la Primera Cruzada y primer Señor de Jerusalén con el título de Protector del Santo Sepulcro ya que, por humildad, no quiso ser coronado Rey en la ciudad de Cristo.
Al fondo se puede ver, iluminada por el sol, la torre gótica del Ayuntamiento de Bruselas, en la Grand Place.


Esta sorprendente carambola dinástica anunciaba la concentración de un inmenso poder en Europa en una sola persona, algo nunca visto desde Carlomagno. Fue algo que asombró a todos sus contemporáneos.


Godofredo de Bouillon fue idealizado, con el tiempo, como modelo de caballero cristiano medieval.
A su muerte, su hermano Balduino le sucedió en Tierra Santa, sin ningún problema moral, con el título de Rey de Jerusalén. 
Después de las cruzadas, el título quedó ligado al Reino de Nápoles.


Antes de que cumpliera un año su padre le nombró duque de Luxemburgo y Caballero de la Orden borgoñona del Toisón de Oro. A los 6 años, muerto su padre, se convirtió en conde de Flandes, y señor de los Países Bajos. Diez años después, la muerte de su abuelo Fernando el Católico y la locura de su madre le hacen entrar en posesión de las coronas de Castilla y de Aragón. Fue entonces cuando dispuso su primer viaje a la península ibérica, acompañado de su hermana Leonor, que le llevaba dos años, y de un alegre cortejo de palatinos flamencos, ávidos de lanzarse sobre la herencia española, convenientemente dirigidos por el señor de Chievrès, Guillermo de Croy.


Vista nocturna y nublada de la ciudad vieja de Bruselas desde el Monte de las Artes, entre el barrio real y el centro histórico.
El rey Leopoldo II de Bélgica, explotador personal y genocida del Congo (ríanse ustedes de los conquistadores españoles), compró los edificios antiguos de toda la zona y los hizo demoler con el fin de convertirla en un gran complejo cultural, a la manera de la Isla de los Museos de Berlín. El ambicioso proyecto urbanístico no se llegó a completar, pero sí se trazaron estos jardines, en principio provisionales, para lucir en la Exposición Universal de 1.910.


Ya en España, tras la muerte de su abuelo paterno, Maximiliano I de Habsburgo en 1.519, se convertirá en archiduque de Austria. La corona imperial no la heredó, pues era electiva. La conseguirá tras ganársela al otro pretendiente, Francisco I de Francia, con mejores y enormes donativos a los príncipes electores, a crédito de las saneadas rentas de Castilla y no tanto, entonces, con su cargamento de Indias. Fue coronado Emperador como Carlos V en Aquisgrán, en 1.520.


Luna sobre la Grand Place de Bruselas, Patrimonio de la Humanidad.
Formada por las Casas de los Gremios, el Ayuntamiento y la Casa del Rey, en 1.695 fue bombardeada por las tropas francesas.
La mayoría de madera entonces, fueron reconstruidas en piedra, de ahí su estilo barroco y profusamente decorado.


Carlos crece como un huérfano, primero por la marcha de sus padres a España en 1.501, para jurar como herederos ante las cortes castellanas, después por su segunda partida para reclamar la corona de Castilla en 1.506, y finalmente por la muerte de su padre el mismo año, y la posterior locura y reclusión de su madre, al siguiente. No volverá a vivir nunca con ella, y sólo la visitará muy de tarde en tarde. 


Ayuntamiento de Bruselas, iluminado con motivo de las fiestas navideñas de 2012. Edificio civil del siglo XV, de estilo gótico.
Su alta torre de 96 metros refleja la pujanza económica de la ciudad y de sus gremios artesanos y mercantiles de entonces.


Durante todos esos años permanece en la corte de su tía Margarita en Malinas, cerca de Bruselas, con sus hermanas Leonor, Isabel y María. Mientras, en España se crían los dos hermanos pequeños que habían nacido en Castilla. Uno es Fernando, el preferido de Fernando el Católico, nacido y educado en Alcalá de Henares y con muchos partidarios en el país, que lo consideraban, por su educación española, el auténtico Príncipe nacional. La otra era Catalina, la hija póstuma de Felipe el Hermoso que Juana retiene junto a ella, sin dejar que nadie se la arrebate.


Gante. Puente de San Miguel. Entonces ya una próspera ciudad, los padres de Carlos se trasladaron aquí en 1.500 buscando tranquilidad, pues su madre Juana estaba aquejada de nervios, debido a sus celos enfermizos. Carlos de Habsburgo nació en esta ciudad, 
durante la celebración de un baile en el Palacio Prinsenhof (literalmente Corte de los Príncipes), actualmente desaparecido. 
Su madre Juana comenzó a sentir fuertes dolores en la tripa, se fue sola al retrete y allí, sin ayuda de nadie, nació el pequeño Carlos. 


Toda su educación se desarrolla en Flandes y consiste en cultura flamenca. Su fuerte sentimiento religioso no se lo transmiten los castellanos, sino su maestro flamenco Adriano de Utrecht. 


Retrato de Carlos de Habsburgo a los 20 años, atribuido a Conrad Meit, que se conserva en Brujas.
Cuando llegó a España, Carlos era un adolescente no muy agraciado, de fuerte voluntad y celoso de su autoridad, con espíritu de cruzado medieval y sentimientos renacentistas y cosmopolitas. Comía y bebía en exceso y, debido al constante halago de los cortesanos y a su inesperada acumulación de poder, se había impregnado de un fuerte sentimiento providencialista, hasta hacerle creer que Dios le había elegido para hacer cumplir sus planes. 


La reina Isabel de Castilla muere en 1.504, y el rey Fernando de Aragón intenta entonces remediar en lo posible lo que se les viene encima a los territorios que gobierna. Primero, como regente de Castilla, envía al humanista Luis Cabeza de Vaca a Flandes, para que enseñe a Carlos la lengua y las costumbres castellanas. Éste no debió hacerle mucho caso, porque doce años después, cuando llega a España, ni siquiera habla la lengua. 


Vista de Gante desde el Puente de San Miguel.
Durante la tercera guerra con Francia, Gante se había enfrentado a la gobernadora María de Hungría, hermana de Carlos, por los impuestos exigidos en 1537, cuando la amenaza de una invasión francesa se había hecho sentir en todo el país. Las negociaciones posteriores fracasaron, y el partido radical se impuso. La ciudad se declaró en rebeldía, ejecutaron a personalidades relevantes afines al emperador, y solicitaron la alianza con Francisco I de Francia.
Tres años después Carlos entró en su ciudad natal con un ejército de cinco mil mercenarios alemanes, y llevó a cabo una cruel represión.


Luego Fernando, se casa, a los 53 años, con Germana de Foix, sobrina del rey de Francia, de 18. Éste la había cedido los derechos dinásticos del Reino de Nápoles (aunque había perdido ese territorio a manos del Rey de Aragón y con ayuda castellana, no había renunciado a sus derechos), y el título de Rey de Jerusalén. A cambio, Fernando se compromete a nombrar como heredero de su reino al posible hijo del matrimonio. Esto levanta las iras de los nobles castellanos, que lo ven como una maniobra para impedir que Juana la Loca y Felipe el Hermoso hereden la corona de Aragón.  


Carlos ajustició a los acusados del delito de rebelión armada con los tormentos propios de la época, demolió el principal edificio religioso de la ciudad para construir una impresionante fortaleza, eliminó sus privilegios y libertades, y descolgó de su torre la mítica campana Roeland que las simbolizaba.
Nunca antes nadie había sido tan cruel con esta ciudad, ni lo sería después, y tuvo que ser precisamente un gantés el que lo hizo.
La fotografía muestra a Carlos V como emperador, en la esquina de la fachada gótica del ayuntamiento de Gante. El tono de la piedra parece diferente.


Fernando y Germana tienen en 1.509 un niño que se llama Juan de Aragón y Foix, lo que supone de hecho la separación de las coronas de Castilla y Aragón, pero el niño muere a las pocas horas de nacer. No vuelven a tener descendencia, aunque Fernando el Católico lo sigue intentando y, años después, se decide a tomar unos brebajes afrodisíacos que le provocan serios problemas de salud durante dos años, y que terminan por llevarle a la tumba en 1.516.


Plaza Van Eyck, en Brujas, entonces un importante centro comercial de Flandes.
Desde este muelle partían los barcos hacia el mar, a lo largo del canal Spiegelrei, que se abre detrás.


En su última carta a su nieto Carlos, Fernando el Católico le pide que no abandone a su viuda, "pues no le queda, además de Dios, otro remedio sino sólo vos...", y que le sean satisfechas las rentas que le habían sido asignadas.


Muelle del Rosario, en Brujas, con luces de Navidad, Este escenario es lo más fotografiado en la ciudad. 
A la derecha, la alta torre gótica del ayuntamiento.


Cuando Carlos llega a España su hermano pequeño, el infante Fernando, ya ha salido para Flandes, algo que ya habían pactado Adriano de Utrecht y Fernando el Católico para que, a la muerte de éste, se evitara el enfrentamiento entre los dos hermanos, igual que habían pactado antes el reconocimiento de Carlos como heredero de Fernando el Católico, a cambio de una generosa ayuda económica a éste, y de su reconocimiento como regente de Castilla mientras viviera.


En el siglo XVI los sedimentos fueron cerrando el canal que comunicaba a Brujas con el mar, y la ciudad empezó a perder importancia en favor de Amberes, que tenía un puerto mucho más amplio y adecuado para los grandes barcos que requería navegación transatlántica.


Fernando es nombrado archiduque de Austria por Carlos en 1.520 y, tras su boda con Ana de Bohemia y Hungría y la muerte de Luis II de Hungría, sin descendencia, en la batalla de Mohács frente a los turcos, se convertirá también en rey de Bohemia y Hungría. A lo largo de su vida ejerce de representante y defensor de su hermano Carlos en las Dietas imperiales, como presidente del consejo del gobierno imperial, y como mediador entre los príncipes y el Emperador. Nunca volvió a España.


Ayuntamiento de Amberes, Patrimonio de la Humanidad, levantado en 1.565, de estilo manierista, con influencias flamencas e italianas.
Presidiendo la portada, el escudo de Felipe II, hijo del emperador Carlos V. En la parte superior se pueden ver los castillos de oro de Castilla, los leones rampantes de León, las barras de Aragón, y las barras de Aragón flanqueadas por dos águilas negras, de Sicilia.  Huellas de un pasado común.


Después Carlos visita a su madre, prisionera en Tordesillas. Ese encuentro debe afectarle sentimentalmente, pero también puede hacerle pensar que esa mujer considerada como loca e incapacitada puede constituir un peligro para ser reconocido como su heredero, y quizá por eso escribe una carta al marqués de Denia, su guardián, en la que le pide que "ninguna persona hable con S.A., pues aquello no puede aprovechar sino dañar". En Tordesillas el señor de Chièvres obtiene de la reina Juana la firma de un acta en la que concede que su hijo gobierne en su nombre.


Virgen sobre la esquina de una calle, en Amberes, como en tantas esquinas de Andalucía. Huellas de una herencia común.


Carlos llega en 1.517 a Valladolid con su comitiva, y allí se encuentra con otra mujer de su familia, su abuelastra Germana de Foix, que entonces tiene 29 años. Se debe tomar muy en serio las palabras de su abuelo, porque enseguida surge entre los dos una apasionada relación amorosa de la que nace una niña, Isabel, que nunca se reconoce oficialmente.


Cuacos de Yuste. Plaza de España. 


Germana acompañará a Carlos hasta Barcelona donde, para acallar los crecientes rumores, éste decide casarla con el marqués de Brandemburgo, de su séquito personal, y la nombra virreina general de Valencia. Propensa a la viudez temprana, la vuelve a casar con otro Fernando, el duque de Calabria.


Algunos capiteles de la plaza fueron tomados prestados del monasterio por los vecinos, cuando estuvo abandonado,
tras la desamortización de Mendizábal.


La nobleza flamenca y la hispana chocan y rivalizan en Valladolid. El lujoso y abundante cortejo flamenco se aposenta en propiedades del clero por falta de alojamientos, y levanta una ola de indignación fomentada desde los púlpitos. Las cortes de Castilla no le hablan al joven Carlos de esa sacralidad del poder real de la que se revestía en Europa, sino de pacto entre rey y reino, de que el rey es una especie de mercenario que recibe un estipendio de sus súbditos, lo que le obliga a gobernar. 


Torre defensiva, aprovechada para la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, en Cuacos de Yuste.


Las Cortes, además, le piden que aprenda castellano, que se respeten las leyes y costumbres del reino, que no salga dinero de Castilla, que no entren extranjeros en el gobierno, y que dé un trato más respetuoso a su madre. De esa manera lo reconocen finalmente como rey, junto a la reina Juana, con el nombre de Carlos I.


Pila bautismal de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, en Cuacos de Yuste.


También tendrá dificultades con las cortes del reino de Aragón, que se muestran reticentes a jurarlo como rey estando viva doña Juana. Para conseguirlo tiene que permanecer ocho meses allí. Luego se traslada a Barcelona para ser jurado por las cortes Catalanas, y allí recibe una embajada enviada por los príncipes electores alemanes que le comunican su elección como Emperador. Entonces, sin haber sido jurado por las Cortes Valencianas, que no se lo toman muy bien, vuelve a Castilla, dispuesto a reunir cortes de nuevo para aprobar un subsidio extraordinario que le permitiera el apoyo económico necesario para el viaje a Alemania. Entre amenazas y sobornos, las cortes castellanas terminan pagando el impuesto, pero el descontento se generaliza.


Plaza Fuente de los Chorros, siglo XVI, en Cuacos de Yuste.


Las ciudades, la nobleza, el clero y los campesinos se sienten relegados y humillados. El arzobispo de Toledo, primado de Castilla, es ahora un joven extranjero. El gobernador es Adriano de Utrecht. El príncipe don Fernando ha salido de la península. Algunas ciudades reclaman la presencia de un monarca que sólo parece estar pendiente de reunir el apoyo económico necesario para marcharse, y cuyo regreso se ve muy problemático.


Casa tradicional de estructura de madera y adobes, en Cuacos de Yuste.


Mientras Carlos está fuera, ocupado en su coronación imperial, en Valencia y Mallorca surge la revuelta de las Germanías, relacionada con aspectos antiseñoriales, antimudéjares, y con reivindicaciones sobre el sistema tributario y de hacienda municipal. El movimiento fracasa, y la posterior postura represiva de la Corona supone el triunfo del sector nobiliario. Desde su posición de Virreina de Valencia, Germana de Foix ejerce un gobierno autoritario, de represión contra los agermanados valencianos, y de refeudalización.


Detalle de arquitectura tradicional, en Cuacos de Yuste.


Casi al mismo tiempo, en Castilla, se desarrolla la revuelta de los Comuneros, un movimiento generalizado al principio, que luego tomará tintes antiseñoriales, lo que hará que la alta nobleza se ponga de parte del Emperador. Tras buenos éxitos iniciales, los Comuneros empiezan a acumular errores, pierden apoyos entre la nobleza, y sus fuertes actitudes reformistas alarman a los elementos moderados. Tras recibir un fuerte préstamo de Portugal, los imperiales les infligen una tremenda derrota en Villalar el 23 de abril de 1.521. Toledo resiste unos meses más, pero acaba sometiéndose.


Plaza don Juan de Austria, en Cuacos de Yuste.
Nacido en Ratisbona, don Juan de Austria creció en Leganés, y en Villagarcía de Campos, en el castillo de don Luis de Quijada, mayordomo de Carlos V. 
La esposa de éste, Magdalena de Ulloa, se hizo cargo de su educación. Ya en el Monasterio de Yuste, Carlos V ordenó a Luis de Quijada que fuese a vivir allí, y éste se trasladó a Cuacos de Yuste con el pequeño don Juan. Poco después el niño fue presentado al Emperador, y alegró sus últimos días.


En 1.522 Carlos V regresa a España para aquietar tensiones, pero los primeros momentos están presididos por una fuerte represión. Las tensiones con las Cortes se vuelven a producir en 1.523, pero ya hay un cambio. El Emperador comienza a hablar castellano, hace suyos los ideales de los Reyes Católicos, y también un sector de la nobleza y del clero hace suyos los ideales europeos de Carlos V, y constituye lo que se llama el partido imperial.


Esta es la casa, en la plaza que ahora lleva su nombre, donde vivió Don Juan de Austria aquellos años en Cuacos de Yuste.
Tiempo después tendría la suficiente confianza de su medio hermano Felipe II como para ser capitán general en la guerra de las Alpujarras, 
capitán de la flota de la Liga Santa en la batalla de Lepanto, y gobernador de los Países Bajos. 
Apuesto y de trato afable, su victoria en Lepanto le hizo tener muy buena reputación en toda Europa. 
Felipe II nunca le concedió el trato de Infante de España, ni de Alteza. Según algunos historiadores, el motivo fueron los celos.


Buena parte de la alta nobleza castellana mantiene una postura crítica en relación a la política imperial, que está consumiendo a los reinos hispánicos, fundamentalmente a Castilla, y que la tiene apartada del poder. En Castilla se inicia un periodo interminable de peticiones de dinero por parte de la Corona, y de continuas quejas del reino porque el esfuerzo hispano no iba dirigido a solucionar problemas internos, sino a abordar cuestiones internacionales. La nobleza y el clero no están dispuestos a aceptar nuevos impuestos. Los representantes de las ciudades le recuerdan el problema que causan los piratas berberiscos y el drama de los cautivos. 


Puerta de acceso al Monasterio de San Jerónimo de Yuste. Estilo plateresco, primera versión española del renacimiento italiano, primera mitad del XVI.
Yuste era un lugar perdido, donde sólo había un convento de la orden Jerónima con una iglesia construida en la baja edad media con el patrocinio de los duques de Oropesa, y nada más. Vida monacal absoluta.


El Emperador inicia entonces un complicado sistema financiero basado en créditos, préstamos y anticipos, venta de cargos, de hidalguías y de tierras de la Corona, algo que permite mantener grandeza y poder en Europa, que hace a España más europea y la mantiene omnipresente en el ámbito internacional, pero que va agotando y esquilmando sobre todo a Castilla. Felipe II describirá a su padre, en 1.545, la penosa situación del campesinado castellano, acosado, entre otras cosas, por un impresionante sistema tributario, de esta forma: La gente del común está reducida a tan extrema necesidad y miseria que muchos dellos andan desnudos sin tener con qué se cubrir.


Patio gótico con arcos carpaneles, típicos del siglo XV, finales del gótico.
En el monasterio sólo se alojaron unas pocas personas del numeroso séquito que vino con el Emperador, el resto tuvo que buscar alojamiento en las poblaciones cercanas, sobre todo en Cuacos de Yuste. Ese séquito lo formaban 34 flamencos, 14 españoles, 2 italianos y 1 alemán. Para atender su vida religiosa y su pasión musical fueron cuidadosamente escogidos 38 frailes jerónimos de toda Castilla y llevados a Yuste.


En 1.526 se casa con Isabel de Portugal, una de las princesas más ricas de Europa, que enamoró con su dulzura no sólo a Carlos, sino a toda la corte. Este enlace había sido muchas veces sugerido por las cortes castellanas, para continuar la política de uniones matrimoniales con los reinos peninsulares iniciada por los Reyes Católicos. Con ella tuvo tres hijos, Felipe, que reinaría en España como Felipe II, María, que sería emperatriz tras su boda con Maximiliano II de Austria (el hijo de Fernando), y Juana, madre del rey don Sebastián de Portugal. 

Muy enamorado, cuando ella murió no quiso volver a casarse.


Fuente plateresca del patio gótico. Primera mitad del siglo XVI.
Uno de los miembros más interesantes del séquito de Carlos V en Yuste fue el matemático italiano Giannello Torriani (castellanizado Juanelo Turriano), 
su astrónomo, relojero e ingeniero hidráulico, conocido por todos los hombres de ciencia de su tiempo. 
Él fue el responsable de la canalización de las aguas del monasterio y de sus fuentes.


Aunque se le conocen muchos amoríos, todos los tuvo antes de casarse o después de enviudar. Hasta lo que se sabe, fuera del matrimonio tuvo 5 hijos con 5 mujeres distintas, incluida la niña que tuvo con Germana de Foix, y los más conocidos, Margarita de Parma, con la flamenca Juana Van der Gheinst, y don Juan de Austria con la bávara Bárbara Blomberg.


Patio renacentista del Monasterio de San Jerónimo de Yuste.
Los últimos monjes jerónimos que habitaban el Monasterio, pocos y muy mayores, se marcharon en 2.010 al Monasterio de Santa María del Parral, en Segovia, con sus últimos hermanos jerónimos. Actualmente en Yuste vive una pequeña comunidad de monjes paulinos polacos, que da servicio a los pueblos de la zona, y que se hospedan en una construcción moderna un poco apartada, lo que ha permitido abrir al turismo el monasterio.


A lo largo de su vida, Carlos llevó a cabo 4 guerras con Francia por el ducado de Milán y el reino de Navarra, con el ducado de Saboya, Borgoña y otros territorios del norte de Francia y el sur de los Países Bajos en juego. Ante la falta de soldada, sus tropas mercenarias saquearon Roma en 1.527. Ayudó a su hermano Fernando en la defensa de Viena frente a los turcos, y combatió a los berberiscos, aliados de éstos, en Túnez y Argel. Intentó detener la expansión del luteranismo, convocando Dietas en el imperio para llegar a acuerdos, y combatiendo a los príncipes alemanes protestantes en los campos de batalla. A pesar de su victoria en Mühlberg, se vio obligado a firmar la Paz de Augsburgo, por la que reconocía el derecho inalienable de los alemanes a elegir entre la confesión católica o el luteranismo.


Acceso a las habitaciones de Carlos desde el Monasterio.
Carlos V ordenó levantar su última morada adosada al lado sur de la iglesia del monasterio. El palacete tiene dos plantas, alta y baja, con una misma distribución: ocho piezas de diferente tamaño, separadas por un pasillo central.
La baja se pensó para ser habitada en verano, y la alta en invierno, pero finalmente sólo se utilizó la alta, y es la única que se visita.


Durante su reinado, Hernán Cortés conquistó el imperio Azteca, Pedro de Alvarado Guatemala, Francisco Pizarro el Imperio Inca y Francisco Jiménez de Quesada a los Chibchas, en Colombia. Sebastián de Benalcázar y Francisco de Orellana partieron de Quito en busca de El Dorado, y este último descubrió el río Amazonas. Juan Sebastián Elcano dió la primera vuelta al mundo, terminando el viaje iniciado por Fernando de Magallanes, y sentando las bases de la soberanía española sobre las islas Filipinas y las Marianas. 


En la distancia, el aspecto de las habitaciones de Carlos en Yuste semeja el de una villa de campo de la nobleza italiana de la época.
Entre el pasillo y la cabecera de la iglesia están la antecámara y la cámara imperial, con un balcón abierto al ábside de la iglesia, para que el Emperador pudiera asistir a los oficios desde la cama. Al otro lado del pasillo, dando al mediodía, el comedor y la sala de audiencias, más luminosas y con vistas al valle. Además, existen otras cuatro piezas menores, un retrete, una estufa, un reservado, y una última que sirvió de dormitorio a Felipe II cuando visitó el lugar.


Su Imperio fue desproporcionado, sin una estructura administrativa adecuada ni común, con muchos límites impuestos por las distancias espaciales y temporales. Resultaba difícil solucionar problemas y atender urgencias en el momento preciso, con aquellas infraestructuras. Hasta los mismos viajes del emperador se convirtieron en un factor negativo por la dificultad insuperable de atender conflictos coincidentes en el tiempo y alejados en el espacio. Su primera estancia en Alemania, si no lo desencadenó, alargó el conflicto comunero en Castilla. Los años que dedicó luego a Castilla dieron alas a la expansión del luteranismo alemán. Fracasó en Argel porque llevó a cabo la campaña en octubre, y la flota sufrió los temporales propios de esa época en el Mediterráneo. Más que fracaso, quizá habría que hablar de imposibilidad de la idea de una unión europea a esas alturas.


Juanelo Turriano es conocido sobre todo por haber diseñado y construido un famoso reloj astronómico capaz de indicar la posición de los astros en cada momento, y por el ingenio mecánico que construyó en Toledo para subir el agua del río Tajo al alcázar sólo con la energía generada por el río. 
Además de estos prodigios, construyó pequeños automatismos, colaboró en la construcción del Duomo de Milán 
y del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial,  y ayudó en la reforma del calendario Gregoriano. 


Carlos intentó dejar el Imperio en herencia a su hijo Felipe, lo que molestó a su hermano Fernando, que había sido nombrado Rey de Romanos en 1.531, título previo para ser nombrado emperador. 

A los 21 años el príncipe Felipe, nacido y educado en Castilla, que desea la corona imperial pero no ha salido aún de España, inicia un viaje con lo más granado de la aristocracia española para darse a conocer y seducir a los italianos, alemanes y flamencos. Su nulo don de lenguas, su fama de abstemio y sus excesos con las mujeres no le hacen caer muy simpático, en general, y los príncipes alemanes le comunicarán finalmente a Carlos que prefieren a Fernando como su sucesor. Después, en Bruselas, el príncipe Felipe se encuentra con su padre, al que nota muy avejentado, y ambos viajan juntos por los Países Bajos. 3 años después de su salida, el príncipe Felipe vuelve a España. Llamará a éste su "felicísimo viaje".


Dentro de sus trabajos hidráulicos en Yuste, Juanelo Turriano tuvo la idea de construir un estanque frente a las habitaciones de Carlos V,
algo que consiguió un bonito efecto estético, pero que no fue una buena idea para la maltrecha salud del Emperador.


Ningún gobernante abdica en esa época, por eso causa tanta sorpresa en toda Europa el hecho de que Carlos V tome esa decisión, movido por sus enfermedades y sus debilitadas fuerzas. Para su ceremonia de abdicación en Bruselas hace llamar a las personas más relevantes de sus reinos, entre ellos, por supuesto, a su hijo Felipe, entonces en Inglaterra como rey consorte por su matrimonio con María I de Inglatera e Irlanda, también conocida como Bloody Mary, María la Sanguinaria, por la persecución que hizo de los anglicanos durante su breve reinado. 


Carlos V pasaba largos ratos en esta amplia terraza cubierta y soleada, en el acceso a sus habitaciones. Fue aquí donde, mientras comía el último día de agosto de 1.558, sufrió la picadura de un mosquito Anopheles, que le contagió el paludismo o malaria, una enfermedad común en esa comarca entonces. Estos mosquitos se crían en el agua dulce de poca profundidad.


En esa ceremonia Carlos designa como sucesores a su hijo Felipe, al frente de sus reinos, y a su hermano Fernando, en el Imperio. Después de él habla Felipe para rendir homenaje a su padre, se disculpa por no hablar flamenco, y cede la palabra al cardenal borgoñón Granvela, su hombre de confianza. Ahora son los flamencos los que tienen un rey extranjero, que no habla su lengua, y que se marcharía pronto, para no volver.


Rampa de acceso a la planta alta de las habitaciones. No se construyó para subir a caballo, sino para que Carlos V pudiera bajar desde la terraza al jardín de la misma manera en que habitualmente se desplazaba en sus viajes, a causa de la gota: en silla de mano, o en litera.


Manuel Fernández Álvarez cuenta, en su libro Carlos V, el César y el Hombre, que Sánchez Loro, en su obra La inquietud postrimera de Carlos V, comenta un texto de fray José de Sigüenza sobre su historia de la orden jerónima en el que, a su vez, cuenta (esta vez sí) cómo el Emperador había ya ordenado en 1.542 que una comisión eligiese un sitio y un convento adecuados para retirarse del mundo y que, examinando varios, se decidieron por Yuste como el más apartado y de clima menos riguroso. Es posible, también, que Carlos V valorara las alabanzas que del lugar le debió hacer una de sus personas de máxima confianza, don Luis de Ávila y Zúñiga, marqués de Mirabel y vecino de Plasencia, donde tenía un palacio que todavía está en buen estado.


A pesar de que trajo preciosos muebles, vajilla de plata, y ricos tapices flamencos, el conjunto asombra por su sencillez


En sus últimos días sus colaboradores procuran silenciarle, por lo que le afecta, los sucesos más graves de la Monarquía, como su repliegue en el norte en África, la pérdida de Trípoli, la inminente pérdida de Orán, la de Calais, aunque se entera a través de sus criados. También le aflige enormemente la muerte de su hermana Leonor, la que le acompañó en su primer viaje a España. Pero lo que más le indigna de todo son los brotes luteranos en Castilla y Andalucía. Desde el primer momento en que le llega la noticia, pide el más severo de los castigos que la legislación de la época marcaba para los herejes, y también que todo el asunto se pusiera en manos del Inquisidor General. Desde este momento el conflicto luterano se convertirá en su gran obsesión, y escribe a su hijo Felipe II, entre otras, estas palabras: "para que los herejes sean pugnidos y castigados con toda demostración y rigor, conforme a sus culpas, sin excepción de persona alguna, ni admitir ruego ni tener respeto a nadie..."

Ahora se sabe que otro de los motivos de su retiro en Yuste fue el deseo de acabar sus días en una tierra libre de herejía.


Carlos V organizaba solemnes funerales por su propia alma, que presenciaba tétricamente en la iglesia del Monasterio.
Este cuadro que representa aquellas lúgubres ceremonias se conserva en el Monasterio Jerónimo de Santa María del Parral, en Segovia,
el único monasterio del mundo que aún mantiene una comunidad de monjes jerónimos, todos ya muy ancianos.


Para la memoria colectiva, algo escasamente histórico y que no tiene nada que ver con los análisis especializados, pocos monarcas son recordados por un talento tan europeísta como Carlos V. A pesar de las numerosas confrontaciones, su imagen internacional nunca suscitó las antipatías personales que despertó su hijo Felipe II. Los manuales de historia nacionales de los territorios donde estuvo presente lo consideran suyo: flamencos, alemanes, españoles y austríacos.


Cripta de la iglesia, bajo el presbiterio, donde descansó el cuerpo de Carlos I de España y V de Alemania, 
hasta que su hijo Felipe II se lo llevó al Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, ya que Yuste no le parecía un lugar digno.
Su voluntad era reposar en el hueco de la izquierda, con la mitad de féretro sobresaliendo por fuera para ser así "pisado" desde arriba por el sacerdote durante la misa.
La tradición de los monjes mantiene que el ataúd que puede verse al fondo es el que contuvo su cuerpo durante ese tiempo. 
Nadie sabe por qué lo han sacado del hueco hace un par de años, donde se exponía cubierto con una bandera de España.


Carlos V sufría enormemente de gota, que le mantenía tullido, y también padecía hemorroides, pero lo que le lleva a la tumba es la malaria. El 20 de septiembre de 1.558 entra en agonía, pide que los monjes le lean los salmos, pide el crucifijo con el que había muerto su mujer, la Emperatriz Isabel, y ordena que enciendan las velas de los moribundos. Muere esa noche, a las dos de la mañana del día 21.


San Lorenzo de El Escorial, último enterramiento del emperador Carlos V, hecho construir por su hijo Felipe II de España como Monasterio, Colegio, Seminario, Palacio público, Palacio Privado, Basílica, Biblioteca y Panteón Real.
Estilo Herreriano, mezcla de renacimiento italiano y austeridad castellana.
Las habitaciones reales junto al presbiterio de la Basílica, con un balcón abierto a él por un lado para poder seguir la misa desde el dormitorio, y por el otro lado orientadas al sur y con magníficas vistas, siguen la misma disposición que las habitaciones construidas para Carlos en Yuste.
Las cubiertas muy inclinadas de pizarra, típicas de Flandes y muy del gusto de Felipe II, fueron construidas por maestros flamencos mandados venir por él, y se pusieron de moda en España con este estilo Herreriano. Son huellas en España de aquel pasado común.


Gracias a su recuerdo, desde 1.995 la Fundación Academia Europea de Yuste concede cada dos años, en su Monasterio, el Premio Europeo Carlos V a aquellos que "con su esfuerzo y dedicación han contribuido al conocimiento general y engrandecimiento de los valores culturales, científicos, sociales e históricos de Europa, así como al proceso de unificación europea. Hasta ahora han recogido aquí este galardón Jacques Delors, Felipe González, Mijaíl Gorvachov, Jorge Sampaio, Helmut Kohl, Simone Veil, Javier Solana, y José Manuel Durao Barroso.


El agua y la vida siguen corriendo en Cuacos de Yuste, todavía un lugar muy apartado y tranquilo, aunque ya no tan libre de herejías.
Entre la gente de la zona aún se pueden rastrear algunos apellidos de origen flamenco, llegados allí con las personas del séquito del emperador Carlos V.


Y ahora me van ustedes a permitir que, en un blog con este título, me tome la licencia de pensar que, en sus últimos delirios febriles, el Emperador Carlos V, obsesionado con la idea de ese Dios católico que le había elegido para hacer cumplir sus planes, ese que tanto había defendido dentro y fuera de los campos de batalla, creyera encontrarse con él finalmente, y le preguntara por qué acababa con él tan pronto, y de esa manera. Y que entonces, su Dios católico le dijera, acariciándole la cabeza, estas palabras: La luz que brilla con el doble de intensidad dura la mitad de tiempo. Y tú has brillado con mucha intensidad, Carlos.



Bibliografía:
- Carlos V. Cuadernos de Historia 16. Manuel Fernández Álvarez, Ana Díaz Medina, Teófanes Egido y Demetrio Ramos.
- Carlos V, el César y el Hombre. Manuel Fernández Álvarez.
- http://www.diomedes.com/carlosV.htm



1 comentario:

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